PASTORA
¡Forasterito, forastero,
quién como tú, feliz tú solo
cual picaflor picando flores
de corazón en corazón!
FORASTERO
-No soy feliz, soy mitimae,
hijo del viento soy, mi madre
lluvia de penas fue, soy solo,
en propia tierra un extranjero.
Libre es el agua, el aire libre,
libre la luz del sol, las aves
libres también y solo yo
de amo en amo siempre vasallo.
PASTORA
– ¿Cómo te llaman en las aldeas?
Tu nombre será de oro y plata,
limpia tu sangre como el vino,
de tórtola tu corazón.
FORASTERO
-Barro es mi nombre y hierba impura,
de indio mi sangre negra y mala,
jugo es de coca y chicha baya,
mi corazón piedra de fuego.
PASTORA
-Pasas cantando y todos te aman,
por ti enloquecen de ternura
las pasñas del lugar y tejen
su filigrana de suspiros.
FORASTERO
-Paso cantando mi desdicha.
Soy como el polvo del camino
que el viento de la muerte arrastra.
La amante mía es la bandurria.
PASTORA
-¡Forasterito, forastero!
Enséñame un wayno dulce,
Dios te lo pague en larga vida
y flores riegue en tu camino!
FORASTERO
-Que he de cantar de dulce y blando
el adentro el corazón me llora,
loco, gritando como un pájaro
perdido en medio de la noche.
¡La vida, para qué la quiero
si estoy muriendo entre cadenas,
y flores para qué, si tengo
rosas de sangre aquí en el pecho!
PASTORA
-Eres hermoso forastero.
Tu frente es del color del trigo,
lirio moreno tu semblante
y estrellas dulces son tus ojos.
FORASTERO
-Ay, pero mi alma ha sido un huerto
lleno de flores coloradas,
néctar de amor y fresco aroma
para el paisano y la paisana.
Hoy a los ojos se me asoman
dos negras víboras de rabia,
me escarba un puma, aquí, en el pecho,
mortal veneno hay en mi lengua.
PASTORA
-Tú no eres malo forastero,
tú no has matado ni has hurtado
y tu inocencia es de paloma
y tu lenguaje, flor de miel.
FORASTERO
-Malo me dicen que soy todos.
De mí se esconden en el pueblo
los niños y me arrojan dardos
y ortigas de odio. Yo no sé.
PASTORA
– ¡Oh, forastero, no te vayas!
¿a dónde vas, qué te apresura?
¿qué voz te llama, a quien escuchas
que así de dicha resplandeces?
FORASTERO
-Nací en la noche, voy hacia ella
y me apresuro, porque siento
la de mi madre la voz dulce
que de la muerte está llamando.
PASTORA
-Han de llorar cuando te vayas
por la ladera descendiendo
el viento de ojos de azucena
y nuestras mansas corderillas.
FORASTERO
-Nadie me llorará de ausente,
nadie me amó, nadie he vivido,
sombra de sombra, fui penando,
sombra de sombra ¿quién advierte?
PASTORA
-¿De quién la madre tierra, entonces,
labrada será de sus manos?
¿ni el agua cantará en sus cauces?
¿no brotará la mies dorada?
FORASTERO
-Otros vendrás, los de mi raza
solo ellos saben el secreto
pero sobre el arado todos
cual yo sé morirán, quemados.
PASTORA
-El buey color de luz mojada
que te aguardaba hacia la aurora,
de pasto y pena ha de morirse
y hierba crecerá en el campo.
¿Estás llorando forastero?
Tus ojos son vertientes ahora,
tu frente es monte pensativo,
de viento y lluvia tu gemido.
Mira, mis ojos se han llenado
de una humedad de sal, mi pecho
alborotado está de angustias
y cántaros es mi voz… No puedo…
FORASTERO
-Pasña, ¿quién eres que así me hablas?
tu aliento como el fuego quema,
de luto intenso es tu mirada
tu frente flor de leche pálida.
PASTORA
-Contigo forastero llévame
al verde monte donde pacen
albo cabrío de neblinas
y tarugas de ojos de cielo.
FORASTERO
-Largo el camino es, oh, doncella:
se quemarán tus pies de lirio,
se volverá tu rostro como
la áspera fruta del manzano.
PASTORA
-Sol me serán tus tiernos ojos,
fuego tus labios de tomate,
la nieve tostará mi cara,
fresca será como lechuga.
FORASTERO
-Conmigo, ¿a dónde he de llevarte?
Cualquier recodo es ya mi tumba,
y he de morir, partido el pecho
de carabina o de foete.
PASTORA
-Mi cuerpo es de canela clara,
mis senos fuertes son, mi vientre
redondo, espeso mi cabello
para cubrir a tu cadáver.
Me moriré sobre tu cuerpo
sorbiendo de tu pecho ardiente
tu dulce vida, tu alma limpia
como agua pura de arroyito.
FORASTERO
– ¿Quién eres ñusta de amapola,
serrana como yo, quién eres?,
¿por qué mi voz fluye pureza
de blanca leche embriagadora?
Si eres la vida te bendigo,
porque eres bella como en Mayo
tiernos y frescos son los lirios
y ricos en aroma blando.
Si eres la muerte, te bendigo,
abrázame en tu seno obscuro,
tus labios infinitos dame,
quema mi cuerpo, séme tuyo.