¡Oh, espléndido Daniel Hernández! ¡Qué maticestan dulces los que impones sobre el desierto lino!Bajo el cabello de ébano surge el rostro ambarinocon frescura de rosas
Categoría: Obras
XII No me rendí de hinojos ante ninguna casta.Yo no canté a algún César y abominé al impío.Fui solitario, altivo, rebelde, iconoclasta…A ello se debe,
I ¿Qué espero yo de ti, literatura?Gozar del verbo, oírle cómo suena,sentir mi vibración como criatura,si mi alma es blanca o de color morena. Sólo
II Brota de nuevo, oh fuente de inspiración, acudecon presteza al reclamo doliente de mi voz;desbrózame las sombras que me envuelven, sacudeesta mudez horrenda y
III No puedo expresarme, en verdad, libremente.Rehúso el desorden y el libertinaje.Sé que el Universo posee un lenguajeque se manifiesta numéricamente. Simetría…¡cuánto tu poder! ¡que
X Oh, elementales goces que viví en el pasadoa la sombra de viejos sauzales pensativos.Mi rostro de ermitaño paseaba por el pradoentre toros rumiantes y
I Señor, ¿no te recibo bien, acaso?¿Por qué del don del cántico me privas?¿No gustas que te dé mi alma de vasopara tus lirios y
II Señor, que si árbol soy, pues melificamis frutos y haz mi sombra protectora:poda de mí el arpón que damnificay haz que susurre, alegre, a
III Mi Dios, por merecerte tengo heridode llama viva el corazón que llevo;si más sufrir me ofreces, más te debode amor el fuego diáfano, encendido.
I Tengo también mi Ruth espigadora.Procede del volcán y del sillar.Flor núbil de campiña labradora-fusión de sauce, de clavel y azahar-. Es su alma rubio