VII Hálleme el alba al borde del fragante sembrío,gustando del concierto del zorzal y el jilguero.Corran como caballos mis ansias tras el ríoy aprisionen celajes
Autor: Antenor Samaniego
XXXI ¿Qué pretende, fraganciosa,en mi huerto aquella flor?¿Qué es? ¿Un clavel? ¿Una rosa?¿Es el beso? ¿Es el amor? De pronto una mariposale busca a fondo
XXV No me hieras, Dolor, en lo profundoque tu espada invisible no se ensañecon quien poco hizo o nada en este mundo. Bien está que
XXVI Me ha llegado el dolor. ¿De dónde vino?Es un señor adusto, recio, grave.Tiene el semblante de ángel asesino. El me atraviesa con su acero
XXVII Todas las tardes llegas a la verarecóndita del ser en que padezco;y te vas, tarde, con un pocode restos míos: sueño, amor, gemido… Llegas
XXII Mi soledad no existe. En mi concienciase mueve, atento, vigilante, un ser,un ser profundo –activa luz, esencia –en quien yo creo aunque no quiero
XXIII Oh, soledad, si al menos me dieses a gustarla profunda dulzura de tu reino dormido…si al menos me llevases al campo, al olivar,y a
X Si fuese piedra yo, sólo querríaser, no de Fidias ni Rodín el bloquede mármol, ni la rica pedreríaque a Piscis tiente y a Afrodita
XXI ¿Por qué en la edad mayor de esta mi vida-vale decir crepuscular- me llegala gana de pintar –gana que friega-si nadie me lo ordene
XXIV Horror ver cómo crece desde adentro el vacío,ver o sentir la noche borrándote el sendero,sin fuego ya la sangre bajo la hoz del frío,sin